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La Venezia representada y contada por Cervantes es otro lugar de Italia que pertenece más al mito que a la realidad. La ciudad, fuerte en la mente del escritor por el papel que tuvo en la Batalla de Lepanto, enseña sobre todo su perfile simbolico.

Venezia foto de pixabay

… embarcándose en Ancona, fue a Venecia, ciudad que, a no haber nacido Colón en el mundo, no tuviera en él semejante: merced al cielo y al gran Hernando Cortés, que conquistó la gran Méjico, para que la granVenecia tuviese en alguna manera quien se le opusiese. Estas dos famosas ciudades se parecen en las calles, que son todas de agua: la de Europa, admiración del mundo antiguo; la de América, espanto del mundo nuevo. Parecióle que su riqueza era infinita, su gobierno prudente, su sitio inexpugnable, su abundancia mucha, sus contornos alegres, y, finalmente, toda ella en sí y en sus partes digna de la fama que de su valor por todas las partes del orbe se estiende, dando causa de acreditar más esta verdad la máquina de su famoso Arsenal, que es el lugar donde se fabrican las galeras, con otros bajeles que no tienen número. Por poco fueran los deCalipso los regalos y pasatiempos que halló nuestro curioso en Venecia, pues casi le hacían olvidar de su primer intento.
(El licenciado Vidriera, Miguel de Cervantes Saavedra)

El Licenciado Vidriera

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Otras citas de Venecia en la obra de Cervantes

Vsando, pues, desta industria, en menos de vn mes truxo mas prouecho a la compañia, que truxeron quatro de los mas estirados ladrones della, de que no poco se holgaua Preciosa, viendo a su tierno amante tan lindo y tan despejado ladron; pero, con todo esso, estaua temerosa de alguna desgracia, que no quisiera ella verle en afrenta por todo el tesoro de Venecia, obligada a tenerle aquella buena voluntad [por]67, los muchos seruicios y regalos que su Andres le hazia.
(La Gitanilla, Miguel de Cervantes Saavedra)

Éste hará veinte y dos años que salí de casa de mi padre, y en todos ellos, puesto que he escrito algunas cartas, no he sabido dél ni de mis hermanos nueva alguna. Y lo que en este discurso de tiempo he pasado lo diré brevemente. Embarquéme en Alicante, llegué con próspero viaje a Génova, fui desde allí a Milán, donde me acomodé de armas y de algunas galas de soldado, de donde quise ir a asentar mi plaza al Piamonte; y, estando ya de camino para Alejandría de la Palla, tuve nuevas que el gran duque de Alba pasaba a Flandes. Mudé propósito, fuime con él, servíle en las jornadas que hizo, halléme en la muerte de los condes de Eguemón y de Hornos, alcancé a ser alférez de un famoso capitán de Guadalajara, llamado Diego de Urbina; y, a cabo de algún tiempo que llegué a Flandes, se tuvo nuevas de la liga que la Santidad del Papa Pío Quinto, de felice recordación, había hecho con Venecia y con España, contra el enemigo común, que es el Turco; el cual, en aquel mesmo tiempo, había ganado con su armada la famosa isla de Chipre, que estaba debajo del dominio del veneciano: y pérdida lamentable y desdichada. Súpose cierto que venía por general desta liga el serenísimo don Juan de Austria, hermano natural de nuestro buen rey don Felipe.
“Divulgóse el grandísimo aparato de guerra que se hacía. Todo lo cual me incitó y conmovió el ánimo y el deseo de verme en la jornada que se esperaba; y, aunque tenía barruntos, y casi promesas ciertas, de que en la primera ocasión que se ofreciese sería promovido a capitán, lo quise dejar todo y venirme, como me vine, a Italia. Y quiso mi buena suerte que el señor don Juan de Austria acababa de llegar a Génova, que pasaba a Nápoles a juntarse con la armada de Venecia, como después lo hizo en Mecina.
(Don Quijote de la Mancha I, 39, Miguel de Cervantes Saavedra)

— Si yo te hubiera de pagar, Sancho —respondió don Quijote—, conforme lo que merece la grandeza y calidad deste remedio, el tesoro de Venecia, las minas del Potosí fueran poco para pagarte; toma tú el tiento a lo que llevas mío, y pon el precio a cada azote.
(Don Quijote de la Mancha II, 74, Miguel de Cervantes Saavedra)

Investigaciones

Cervantes y Venecia: una nota a El licenciado Vidriera sobre las crónicas de Indias
por Adrián J. Sáez
El elogio cervantino a Venecia en El licenciado Vidriera es una pequeña corografía que abarca una comparación con México, de acuerdo con una semejanza forjada en una cadena de crónicas de Indias. Así, el pasaje constituye un buen ejemplo del interés de Cervantes tanto por América como por su tradición historiográfica, al tiempo que también permite explicar la imagen ofrecida de la ciudad en contraste con otras negativas visiones coetáneas.

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